lunes, 28 de junio de 2010

Mis mariposas

Una mariposa se poso en mi mente, sentí como me aleteaba, como si al posarse ahí, mis labios tocaran los tuyos, pero solo era una mariposa imaginaria, que me revoloteaba blanca en mi alma, esta hermosa mariposa atrajo a otras más. Entrando por cientos a mi estómago, haciendo un “merequetengue” abrumante de mi pensamiento.




De pronto pude ver una mano en mi rostro, me tocaba, me sentía. Poco a poco esa mano recorría mi mejilla, haciéndose de la sensación tersa de mi piel que magnética, erizada, abrumada, buscaba tu mirada, pero no la encontré solo sentí el calor dulce de tus dedos.



Cuando mi mariposa imaginaria se fue, un leve rayo del sol toco mi mano, siguiendo su calor, al fin pude imaginar tu mirada.