jueves, 7 de octubre de 2010

Escurrirse

Escurrirse

Sentir tus labios como escurren por todo mi cuerpo. Me producen efectos de mil labios, como si tus manos se multiplicasen.

Una mente dispersa enarbola mi día, es como si de pronto solo deseara estar saboreando ese delicioso néctar que escapa de ti en esos momentos en los que te es inevitable liberar tus emociones. Tan grandes y tan fuertes que pueden rebasar cualquier expectativa.

Tu estado de ser abarca todas mis sensaciones. Tu cuerpo dobla todas mis fuerzas, me electrifica y me libera.

Muchas han sido las sensaciones hasta ahora vividas y experimentadas. Se que pronto llegarán más y eso, me causa mucha ansiedad. Deseo saber que es lo que viene, pero también deseo saborear poco a poco cada instante que se acerca. 

viernes, 2 de julio de 2010

Mi soledad soleada

Noche párvula insegura, me estremeces con tu silencio que huele a viento, todos mis sentidos se enervan ante el deseo. Pero en mis labios solo besan al silencio a una sombra, solo un sueño.


Una soledad soleada rompe mis ataduras. Camino en solitario por los pasillos de gente, de soledades conjuntas, de maremotos de gente y más gente.

Se que no estas ahí, dudo estar yo misma ahí, pero camino y camino a cada paso, en cada momento. Entre más te pienso menos te espero, entre más te espero más desapareces, por eso me acoplo a mi soledad que es terriblemente fría cuando busco una caricia.

Pero una noche de soledad no esta mal, cientos de noches en este estado abotagan mis entrañas de soledades soleadas. Pérfidas flores que se secan en mi imaginación, porque nadie aparece a mi puerta con una de ellas.

Una ola de preguntas redunda mi cabeza, mientras un mar de respuestas, se aglutina en la puerta, pidiendo oído, pero huyendo de la soledad. En esta noche de soledades soleadas una memoria engañada de un ser que desconozco, me arrastra a imaginar.

lunes, 28 de junio de 2010

Mis mariposas

Una mariposa se poso en mi mente, sentí como me aleteaba, como si al posarse ahí, mis labios tocaran los tuyos, pero solo era una mariposa imaginaria, que me revoloteaba blanca en mi alma, esta hermosa mariposa atrajo a otras más. Entrando por cientos a mi estómago, haciendo un “merequetengue” abrumante de mi pensamiento.




De pronto pude ver una mano en mi rostro, me tocaba, me sentía. Poco a poco esa mano recorría mi mejilla, haciéndose de la sensación tersa de mi piel que magnética, erizada, abrumada, buscaba tu mirada, pero no la encontré solo sentí el calor dulce de tus dedos.



Cuando mi mariposa imaginaria se fue, un leve rayo del sol toco mi mano, siguiendo su calor, al fin pude imaginar tu mirada.